
- ¡Eduardo! ¡Eduardo! ¡Vuelve en ti! – Eva intentaba reanimar al fotógrafo, que se había desplomado sobre el suelo del bar.
Poco a poco abrió los ojos. La periodista, la becaria Libertad y su colega Román le miraban preocupados.
- ¿Qué te ha pasado, tío? Menudo susto – le preguntó el chico.
- Me ha dado una bajada de tensión…
- ¿La conocías? ¿Conocías a Jimena? – se interesó Eva. Su compañero de periódico se había desmayado nada más oír la identidad de la víctima del apuñalamiento en el que todos estaban trabajando.
- Bueno, algo, era mi… vecina – respondió algo evasivo.
- ¿Vivía en tu edificio?... Bien, ya que tus fotos no valen un duro, al menos esa información que aportas nos podrá servir de algo.
- No sé cómo puedes ser tan fría, Eva. ¿No te das cuenta de que él la conocía? – protestó Román.
- ¿Me vas a dar tú lecciones de sensibilidad? Porque eso sería el colmo de la contradicción…
- No discutáis – interrumpió Eduardo – Me voy a casa. No me encuentro muy bien.
- Ok. Ya te llamo después para ver si podemos entrar en el piso de Jimena o consultar al resto de vecinos. Ahora, tú y yo – añadió dirigiéndose a Libertad – nos vamos a hacer una ronda policial.
Las dos chicas comenzaron a recoger sus cosas. Román se acercó al oído de Libertad.
- No le hagas mucho caso a ésta. Es una resentida y vive del rencor…
La becaria le devolvió una sonrisa pícara. Eva no pudo escuchar el comentario pero tampoco puso demasiado interés en enterarse.
- Me llamo Román, ¿y tú?
- Libertad.
- Pues a mí me tienes preso.
La chica soltó una carcajada. Eva la arrastró hasta el exterior del bar sin despedirse de los fotógrafos.
- Mira, bonita. He visto como le miras. Sinceramente, tú haz lo que te dé la gana. Pero si quieres ser feliz en la vida, no te lo recomiendo. Es un embaucador. No merece la pena. Hazme caso.
Laura trataba de dormir en su casa pero demasiados pensamientos recorrían su mente. La puerta de su habitación sonó dos veces y después se abrió.
- Señorita Laura, el señor Chaflers le llama al teléfono.
- ¿Desde dónde llama mi padre? – le preguntó incorporándose de la cama.
- Creo que se encuentra en la mansión de Córdoba, señorita – contestó el mayordomo entregándole el teléfono inalámbrico.
- Gracias, Anacleto – dijo en voz baja al coger el aparato. La chica tosió para recomponer su voz y trató de disimular su aturdimiento - ¿Papá?
- No. Soy su secretaria. Le paso con el señor Chaflers.
Laura resopló. Tras dos minutos de espera, su padre le contestó.
- ¿Laura? ¿Cómo estás, hija? ¿Qué tal te va en el periódico?
- ¡Muy bien, papá! Estoy muy contenta.
- Muchas gracias por firmar como Laura Barco. Así no llamarás mucho la atención. Ya sabes lo conocido de nuestro apellido…
- ¿Me has leído? – preguntó ilusionada.
- No. Sabes que estoy mucho fuera con los líos de la empresa y no llega la prensa local.
- Lo puedes mirar por Internet…
- Bueno, ¿y te está gustando el trabajo?
- Sí – respondió lacónicamente.
- Si no te gusta, podemos ponerte en otra cosa. Ya sabes que a mí esta vocación periodística tuya no me convence demasiado…
- Sí, sí. Sí me gusta.
- Lo que quieras. Pero ya sabes que cuando te canses, me lo dices y vemos qué podemos hacer contigo. Lo mejor para mi niña…
- No, papá. De verdad. Te demostraré que puedo ser una buena periodista. Te lo juro – afirmó convencida pero su padre ya había colgado – Te juro que estarás orgulloso de mí –añadió en una frase que sólo escuchó ella.
Eva había encomendado a Libertad acudir a la rueda de prensa convocada por la Policía sobre el suceso. Mientras, ella se había citado en una cafetería cercana con su contacto en el cuerpo. Javier le esperaba en la barra vestido de paisano. Ella le dio un beso en la boca. Él intentó abrazarla pero la chica pudo escabullirse.
- Vamos a lo que vamos. ¿Qué sabes?
- Sólo me quieres para que te pase datos.
- Bueno, creo que tú yo nos hemos pasado más cosas…
El joven policía asintió divertido.
- Venga, Javi. Que no tengo mucho tiempo.
- Es lo que te dije por la mañana. La autopsia lo ha corroborado. No hay huellas en el cuerpo. Debía de llevar guantes. Murió de tres puñaladas, una en el corazón. No fue violada y sólo tenía golpes de la caída. El asesino se limitó a clavarle el cuchillo. La científica está con las ropas por si pudiera haber algún restos de ADN pero, de momento, no ha pasado los datos.
- Me estás contando lo mismo que tus jefes están dando en rueda de prensa.
- Es que no hay nada más. Ni una puta pista sobre el agresor. No hay testigos ni cámaras que pudieran haber registrado imágenes.
- ¿Y qué se sabe de ella?
- Este mediodía hemos estado en La verdad. Pero, la verdad, es que allí nadie la conocía.
- ¿Y el subdirector? Chiqui Esteban. Me dicen que estaban liados y que fue él quien la contrató.
- Sí, te recuerdo que eso te lo conté yo. Le hemos interrogado pero sólo dice que hacía una semana que no sabía nada de ella. Es cierto. Su último artículo lo publicó el domingo. De todas formas, le seguimos de cerca… - Javi se detuvo al contemplar la cara desilusionada de Eva, nada conforme con los datos que le aportaba el agente – Hoy trataremos de preguntarle a la familia. Hemos citado a la hermana tras el entierro. Es su única pariente conocida.
- ¿El entierro? ¿Es esta tarde?
- Sí, a las seis.
- Gracias, guapo.
Eva se levantó de la silla junto a la barra y se dirigió a la puerta de la cafetería.
- ¿Quedamos esta noche? – preguntó Javier apresuradamente pero no obtuvo respuesta.
El director de El madrugador revisaba a media tarde las maquetas del periódico del día siguiente. Había reservado cuatro páginas al crimen de Jimena. Confiaba en Eva, aunque no tenía muy claro cómo rellenaría todas las páginas, sobre todo, al comprobar el pobre trabajo que le acababa de entregar Eduardo. El fotógrafo se había disculpado y había pedido permiso para irse a casa por encontrarse mal. Llamaron a la puerta de su despacho. Era Carmen, una de sus redactoras de Cultura. Llevaba un café en la mano.
- Quería preguntarle una duda sobre la rehabilitación de la Catedral.
La joven periodista se acercó a su jefe.
- Carmen, puedes hablarme de tú. Lo prefiero.
La frase alteró a la chica y los nervios le hicieron arrojar el café sobre la camisa del director. Él clamó al cielo y corrió a desabrocharse para evitar quemarse.
- Uy, lo siento, perdona – resopló azorada mientras sacaba del bolsillo pañuelos de papel, que comenzó a pasar apresuradamente por el torso desnudo del hombre. En ese momento, la puerta del despacho se abrió. Era Natalia que no pudo evitar llevarse la mano a la boca profundamente sorprendida.
- ¿Interrumpo algo?
El director se sonrojó pero trató de resolver dignamente la situación.
- No pasa nada. A tu compañera le gusta arrojar cafés hirviendo sobre su jefe. Una curiosa afición. Por cierto, ¿a usted no le han enseñado a llamar la puerta? – refunfuñó mientras se ponía una camisa limpia que acababa de sacar de uno de los numerosos armarios del despacho - ¿Y qué quería?
- Hay aquí un hombre que le quiere ver. Dice que tiene algo interesante.
- Que pase.
Carmen abandonó el despacho con la cabeza agachada mientras Natalia hacía escasos esfuerzos por no reírse en su cara. Un joven con cazadora de cuero y vaqueros gastados entró en la habitación. Llevaba una cámara de fotos al hombro.
- Me llamo Corrales y creo que tengo algo publicable sobre el crimen.
El sol caía cuando el féretro de Jimena María Alcollante quedó bajo tierra. Eva y Libertad observaban la escena desde lejos. Una veintena de personas rodeaban la tumba. Una chica oculta bajo unas grandes gafas de sol echó un puñado de tierra. Parecía que lloraba y su cuerpo temblaba. Un joven alto y fornido la rodeó con sus brazos para consolarla.
- Me he informado. Por lo visto es su hermana Marta Alcollante Palomo. Ha venido desde fuera con su novio, un tal Alejandro – reveló Eva a la becaria – Tu misión será arrancarles algunas palabras. Es la única familia que tenía la muerta.
- ¿Yo? ¿Con la hermana? Pero si está llorando…
Eva se colocó delante de la becaria y la agarró por los hombros.
- Mira, bonita. Eres muy joven y tienes toda la vida por delante. Pero es ahora cuando surgen momentos fundamentales en los que tienes que tomar una decisión. Las calles están llenas de academias para hacer oposiciones y convertirte en una magnífica funcionaria. Hay miles de bares esperando que tú te tomes una hora para desayunar mientras cobras en un mes más de lo que verás en un año haciendo prácticas en el diario. Pero el periodismo es esto. Cobrar una mierda, pasarte el día buscando una noticia y entrevistar a familiares de muertos cuando el cuerpo todavía está caliente. Estás a tiempo de decidir. Pero si quieres ser periodista quítate esa carita de mosquita muerta, da un paso adelante y después otro, y después otro y llegas hasta la hermana y le sueltas en la cara que qué se siente al perder al único familiar directo que tenía. O eso o vete a tu casa a estudiar la Constitución Europea.
Libertad tenía los ojos llorosos. Sin pronunciar palabra, inició el camino hasta el funeral. Marta y Alejandro se habían alejado ya de la tumba de Jimena. Ella caminaba con la cabeza apoyada a su novio cuando escuchó la voz de la joven periodista.
- Perdón, ¿podría hacerle una pregunta?
Ambos se giraron hacia Libertad sorprendidos.
- ¿Quién eres y qué quieres? – preguntó bruscamente el hombre.
- Trabajo en El madrugador y… – tragó saliva – me preguntaba si… tiene algo que decir… sobre… en relación… a la muerte de su hermana.
- Por favor, déjenos en paz – cortó en seco Alejandro. Él tiró de su novia y continuaron caminando por el sendero que cruzaba el césped. Pero, avanzados unos pasos, fue ella la que se detuvo y se volvió hacia la periodista.
- Puedes escribir algo en tu periódico. Y ponlo en un titular muy grande para que se entere el que lo ha hecho. Que como me llamo Marta Alcollante Palomo que no pararé hasta que el asesino pague por lo que ha hecho. Ponlo muy clarito. ¡¡No pararé!! – entonces rompió a llorar y se abrazó a su novio mientras Libertad trataba de apuntar cada palabra en su pequeña libreta.
Mientras, junto a la tumba permanecía un hombre. Era Chiqui Esteban, el subdirector de La verdad. Al descubrirse solo, se dejó caer de rodillas sobre la hierba.
- ¿Dónde está mi rosa? - sollózó en un amargo llanto que pareció un reproche ante la lápida de Jimena - ¿Dónde está mi rosa?
Eva permanecía atenta sin ser vista. También ella apuntaba en su cuaderno. Miró alrededor y chasqueó la lengua.
- ¿Dónde están los fotógrafos cuando hacen falta?
Eduardo se bebió el quinto vaso de ginebra sin respirar. Le habían mentido. El alcohol no hacía olvidar. Al revés. Cada trago le devolvía a la memoria la imagen de su vecina Jimena. Vivía en el piso de abajo y recordaba las veces que se habían cruzado en el ascensor. La borrachera le agujereaba la mente para maldecirse de las veces que le hubiese gustado hablar con ella y no lo hizo. Trató de levantarse del sofá. Lo consiguió al tercer intento. Todo le daba vueltas. Cruzó tambaleándose el pasillo. Al fondo estaba el cuarto de fotografía, aquel que utilizaba todavía para revelar como se hacía antes de la era digital. Abrió la puerta. Todo estaba oscuro. Buscó el interruptor pero sus manos no atinaban a encontrarlo. Chocó con varios objetos que no supo identificar. Logró iluminar el cuarto. Al volverse, su cabeza fue bombardeada por imágenes. Cientos de fotos colgaban del techo y se agolpaban pegadas a las paredes. En todas ellas, se repetía la misma cara.
- ¡Jimena! ¡Cuánto te quiero!
La chica caminaba, hablaba por el móvil, cruzaba un paso de peatones, entraba en una tienda, cargaba varias bolsas, hacía muecas divertidas, miraba seria. En cada foto vestía diferente. Había escenas de noche y también de día. En unas hacía frío y en otras calor. Todas tomadas desde lejos, desde el balcón de casa de Eduardo. Y en ninguna Jimena le hablaba. Y ya nunca podría hacerlo. Al pensarlo, el fotógrafo volvió a desplomarse al suelo y, en la caída, se llevó una hilera de fotos. Cientos de caras de Jimena le cubrieron del todo. Abrazó las imágenes y se quedó dormido con una sonrisa…
10 comentarios:
Tengo que dcir que esto promete... espero impaciente más sobre esta relación de LAura con su padre Chaflers y, cómo no, de la hermana de la muerta... el drama siempre en la vida de las que tienen sueño.....
Mira... como sigas tratando a los fotógrafos como esos seres que acompañan a los redactores te retiro la palabra...
Pero si los plumillas no se enteran de ná, siempre son los fotógrafos los que están a pié de calle y los que tienen todos los contactos buenos. Que es eso de "donde están los fotógrafos cuando se les necesitan". Me cago en la leche...
Todas las críticas son bienvenidas pero, claro, hay quien se la coge con papel de fumar. Los fotógrafos, de momento, están saliendo bastante bien parados con lo que se podría decir de ellos. No se podrán quejar de protagonismo y relevancia profesional y social. En las escenas que ya han salido actuaban solos sin ser acompañantes de ningún redactor. Lo que pasa es que no estaban en los momentos clave. Con la incorporación de Corrales, se cierra el círculo fotográfico y veremos los diferentes estilos de asumir esa difícil profesión tan admirada. Rivalidad, celos, envidias, rencores, venganzas... todo eso está por salir.
Yo reclamo al autor que se deje de entrar en las polémicas y que se ponga prontito con el tercer capítulo. A ver si digo más de dos palabras y me defino como personaje. Yo creo que el de Laura va a sorprender y el de Eduardo es un enigma. Puede que estemos ante un nuevo formato literario que ha surgido por la falta de tiempo del creador para terminar las cosas que empieza (los luxados o casco antiguo). Pero no es una crítica puede ser algo positivo porque los lectores quizás podamos influir en los siguientes capítulos o en el desenlace. No sé, qué opina el artista. ¿Se admiten propuestas?
Yo le digo a la gente visible que no se queje y que tenga un poquito de respeto con los que no salen.
¡Libertad, puedes aprender mucho de Eva. Hazle caso pero mantén la distancia!
Así que detrás de esa fachada descarada de Laura hay una historia que aún desconocemos. Si Anacleto hablara...
El Eduardo está pa una baja laboral pero como es fotógrafo...
Jajajajajajajajaj! Buenísimo!!!! Pero... quien es Jimena? Y por q Chiqui Esteban estaba con esa petarda? Y por cierto.... Eduardo estaba un poco mal de la cabeza con esas fotografías....no? Jejjejeje, perdón a ignacio... no quería tirarte el café...XDDDDD
Me encanta. Soy super fan de Piiiidro.
Necesito saber más de Laura Chaflers
Por cierto, enhorabuena al padre de Laura.
Ahora no habrá quien la eche de El Madrugador. Pobre Ignacio
Hay que sacar lo publicado por Laura Chafler en el periódico. Segúro que se llevó algún Premio Tiroriro. Tiene to la pinta de escribir monerías como "El precio de los tangas, a pesar de llevar menos tela, es más alto que el de las bragas".
Fdo: El Marqués del Tiroriro.
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