lunes, 10 de marzo de 2008

CAPÍTULO III: EL PODER DE UNA FOTO

(En capítulos anteriores: Marta Alcollante Palomo ha prometido vengarse del asesino de su hermana Jimena. La Policía investiga sin apenas pistas. Dos hombres lloran su pérdida. Chiqui Esteban, subdirector de La verdad, se derrumba ante su tumba, mientras que Eduardo, fotógrafo en El madrugador, se desploma ante las cientos de imágenes que tomó de la chica en vida.Pero sólo un misterioso profesional de la cámara dispone de las fotos claves del crimen…)
El asesino de Jimena le clavó tres puñaladas y la dejó desangrarse en la calle.

El titular de portada aparecía a grandes letras en negrita. En el interior, El madrugador dedicaba cuatro páginas al suceso que había conmocionado a la ciudad. En las dos primeras, Eva realizaba un pormenorizado detalle del crimen, con todos los datos de la autopsia preliminar que había conseguido a través de Javier, su principal fuente policial. También describía las primeras acciones de la Policía para encontrar al culpable, que eran bastante escasas, y que incluían la convocatoria de un interrogatorio con la hermana de la víctima ese mismo día. Las palabras que Marta dedicó a Libertad ocupaban la tercera página. La becaria se había construido un curioso reportaje a través de una descripción minuciosa del funeral y de una disección de cada palabra pronunciada por la chica y su novio Alejandro. La última página se había reservado para otros detalles llamativos. En ella, Eva explicaba la presencia del subdirector de La verdad, Chiqui Esteban, en el cementerio, sin omitir su proclama ante la tumba de rodillas ni referencias a los rumores que apuntaban a una relación con la víctima. Pero, sin duda, lo que más llamaba la atención de la edición de El madrugador eran las impresionantes fotografías, en las que la joven apuñalada yacía en el suelo, muerta en la noche, sin nada que la cubriera. Eva se fijó en la firma.
- ¿Quién coño es Corrales? – se preguntó en voz alta. En ese momento, la puerta del despacho del director se abrió. Ignacio salió y llamó con la mano a la redacción. Junto a él, estaba el mismo hombre que el día anterior le había entregado las fotografías del crimen.
- Un poco de atención. Quería presentarles a nuestro nuevo fichaje. Se llama Corrales y será nuestro nuevo fotógrafo de sucesos. Portaros bien con él.
El chico sonrió levemente y saludó casi con pereza. Carmen se acercó al oído de Natalia.
- ¡Qué guapo es! – suspiró Carmen.
- Yo lo veo un poco de la calle.
- No me refiero al nuevo. Hablo de Ignacio. Desde lo que pasó ayer no me lo quito de la cabeza.
- A mí el nuevo me recuerda a alguien… O a algo…
Eva fue la primera en levantarse y saludar a Corrales. Forzó una sonrisa al acercarse.
- Bienvenido – le dijo a viva voz pero enseguida le susurró – ya hablaremos tú y yo sobre tus métodos de obtención de fotografías.
- Dejaros de secretitos – interrumpió el director – Trabajaréis juntos en el caso. Quiero que mañana haya otro especial sobre el crimen. Hoy se la hemos metido doblada a La verdad.
- Yo suelo trabajar solo – protestó el fotógrafo.
- Bueno, seguro que los dos os entenderéis a las mil maravillas.
Corrales se alejó con el rostro serio para cruzar la puerta de salida. Eva e Ignacio se le quedaron mirando.
- Pero, ¿quién es ese tío? – preguntó la chica indignada.
- El que hoy nos va a hacer vender miles de periódicos.
- Y lo fichas así sin más, sin curriculum, sin recomendaciones, sin antecedentes penales… Ignacio, que tiene fotos de la muerta antes de que lleguen los maderos. ¿Quién te dice a ti que no la mató y luego le hizo fotos?
- Fue lo primero que le pregunté.
- ¿Y qué te dijo? – dijo Eva algo sorprendida.
- “Puedo ser muchas cosas pero no un asesino”. Eso fue lo que me dijo.
En ese momento, Corrales cruzó la puerta del final del pasillo. Cuando estaba a punto de cerrarse, volvió de nuevo abrirse. Pero no era el fotógrafo. Era Chiqui Esteban, que se acercó hasta el director y Eva visiblemente enojado. Llevaba en la mano un ejemplar de El madrugador, que tiró en la cara de Ignacio.
- ¡Esto es una basura!
Ignacio se recompuso y le contestó sonriendo.
- Basura es lo que ha sacado hoy tu periódico. Mucha infografía y mucho dibujito pero, al final, no tenéis nada.
Toda la redacción contemplaba el enfrentamiento.
- No hacéis periodismo – y se dirigió a la redactora de sucesos – Esto que has sacado sobre mí… No tienes ni idea… Es… es…
- Se le llama exclusiva. Parece que no te salen palabras. No sé cómo has llegado a subdirector – contestó Eva en un tono burlón.
- Es una infamia.
- No hemos puesto nada que sea mentira.
El subdirector de La verdad recogió el periódico de la competencia del suelo y lo abrió por su página.
- "Chiqui Esteban, al que toda la redacción de su medio atribuye una relación amorosa con la víctima, se postró ante la tumba y preguntó dónde estaba su rosa. No sabemos si ignoraba su nombre (Jimena) o bien era un curioso juego sexual entre ambos" – leyó en voz alta - ¿Esto es periodismo?
Eva iba a hablar pero Ignacio no la dejó.
- Mira, Chiqui, me imagino que estás pasando por unos malos momentos. Primero lo de tu novia…
- No era mi novia…
- Lo que sea y ahora el fracaso de tu periódico. Insultarnos puede descargarte pero no va a solucionar tus problemas. Es mejor que te vayas si no quieres que llamemos a seguridad…
Chiqui Esteban miró a su alrededor. Toda la plantilla de El madrugador le miraba. Comenzó a sudar y decidió marcharse. A medio camino se volvió.
- Esto no se acaba aquí – sentenció. Y su mirada la dirigió a Eva.

En la sede de la Policía de Cádiz, la nueva comisaria, Alejandra, se estrenaba en el cargo. En su primer día de trabajo, tenía que lidiar con un asesinato en plena calle. Sabía que el nuevo puesto no le iba a ser fácil. Había tenido que enfrentarse a las reticencias de los más veteranos por su juventud y por su condición de mujer. Pero estaba dispuesta a dejarles con la boca callada. Para demostrar que nadie se había equivocado al nombrarla. Javier abrió la puerta.
- Comisaria. Ya ha llegado la hermana de la asesinada.
- Que pase.
Alejandra se levantó. Marta entró en su despacho. Mantenía sus gafas oscuras y no iba sola. La acompañaba su novio Alejandro, que la sostenía por una mano.
- Siéntense – invitó la comisaria – Antes que nada, le transmito mis condolencias. Creo que era la única familia que tenía.
- Ahora yo soy su única familia – cortó en seco el chico. Su novia lloraba.
- ¿Cuándo fue la última vez que la vio?
- Hacía mucho tiempo, quizás cuatro años, cuando se fue de casa. Me dejó sola.
- ¿Sus padres ya habían muerto?
- En realidad, sólo teníamos madre. Fue madre soltera. Nunca conocimos a nuestro padre… Mi madre murió poco después de que Jimena se marchara. Enfermó gravemente… y no pudo aguantar. Mi hermana ni siquiera vino al funeral…
- ¿No se llevaban bien?
- Jimena no se llevaba bien con nadie…
- ¿A qué se dedicaba cuando se fue de casa? ¿Ya era periodista entonces?
- ¿Periodista? ¿Mi hermana? No, claro que no. ¿Cómo se le ocurre?
- Su hermana trabajaba ahora en un periódico local. ¿No lo sabía?
- No. Mi hermana era bióloga. Siempre fue una mujer de ciencias. Estaba siempre en los laboratorios y con un montón de libros sobre flores y plantas. Otra cosa no, pero fue una excelente estudiante. Siempre sacaba matrícula de honor. Todos pensábamos que acabaría ganando el Nobel pero… - Marta se echó a llorar.
La comisaria trató de consolarla pero era imposible.
- Podríamos dejarlo para mañana. Sigue en shock – sugirió Alejandro.
La comisaria asintió y ambos abandonaron el despacho. El chico la abrazaba hasta que Marta se soltó.
- Se me ha olvidado el bolso en el despacho.
La joven cruzó la sede policial y entró sin llamar. Cogió el bolso que había dejado deliberadamente en la silla. Alejandra la miró extrañada cuando Marta se le acercó al oído.
- Le he mentido. Supe de Jimena hace muy poco. Mi hermana me llamó hace cuatro días. Estaba muy nerviosa y sólo acertó a decirme: Sé quién es Alejandro. Aléjate de él – sollozó. Alejandra la intentó consolar pero ella agarró el bolso y abandonó rápidamente la estancia. A lo lejos, la comisaria pudo ver como Marta se abrazaba a su novio.

Laura entró en la redacción de El madrugador. Pasaban las dos de la tarde y lucía unas grandes gafas negras con las que ocultaba media cara. Natalia la vio llegar y no pudo evitar dirigirse a ella. - ¿Qué? ¿Otra noche de juerga?
- No. Es que tengo conjuntivitis.
- Sí, claro.
Laura no hizo caso a la chica y siguió caminando hasta el despacho del director. No llamó a la puerta. Ignacio se estaba poniendo la chaqueta.
- Voy a poner cerrojos en esa puerta. ¿Qué quieres ahora, Laura? Ya me iba a comer.
- Quiero pedirte disculpas por mi comportamiento de estas semanas. Estoy dispuesta a cambiar.
- Me parece muy bien…
- Claro. A cambio quiero un tema de entidad. Estoy harta de reportajes tiroriro. Quiero un asunto de portada. Estoy dispuesta a encargarme del crimen de Jimena María Alcollante.
El director no pudo evitar una carcajada.
- Laura. Estoy convencido de la capacidad financiera de tu padre. Pero creo que ese tema te queda un poquito grande. Vamos, sin ofender.
- ¿Qué tengo que hacer para que me des ese tema?
- Me tendrías que traer una entrevista a cara descubierta con el asesino.
- Hecho. Comenzaré a investigar esta misma tarde...
Laura abandonó la habitación. Ignacio se quedó con la palabra en la boca.
- ¿Y ahora quién hace el reportaje de la plantación de coliflores en los jardines de la ciudad?

En la redacción de La verdad la tensión se cortaba. El subdirector había tenido ya broncas con casi toda la redacción. Acababa de llamar a su despacho a uno de sus fotógrafos.
- Siéntate, Román. No me voy a andar con tapujos. Tu puesto está en al aire ahora mismo. Habrás visto las fotos de El madrugador.
- Sí. Pero algo raro tiene que haber ahí porque…
- Me da igual. Todo lo que digas serán excusas baratas. Vas a tener que espabilarte…
- Yo había pensado que ya que Jimena trabajaba para nosotros y usted la conocía, a lo mejor podríamos pegar un pelotazo sacando una foto suya ya que El madrugador no la ha sacado…
- ¡Cállate! No sé cómo se te ocurre semejante cosa. Estás al borde del despido y sólo hay una cosa que puedes hacer. Tú conoces a Eva, ¿no?
- ¿La de El madrugador?
El subdirector asintió.
- Digamos que la conozco bíblicamente hablando…
- Haz lo que tengas que hacer. Pero a esa mujer hay que hundirla. Tráeme las peores fotos suyas que tengas, saca todos sus trapos sucios, quiero saber todas sus debilidades , qué tenemos que hacer para machacarla…
- Sinceramente, no creo que…
- O eso o estás en la puta calle. Y sé que no estás precisamente en tu mejor momento económico.
Román iba a hablar pero tuvo que callarse. Cuando iba a salir del despacho, el subdirector volvió a dirigirse a él.
- Tienes 24 horas.

Eva llamó al telefonillo por quinta vez. Eduardo no contestaba. Había estado llamando al móvil del fotógrafo durante toda la mañana, así que había decidido buscarle en su casa. Pero sus intentos volvían a malograrse.
- ¿Dónde coño estás?
Quería contarle todas las novedades del día, incluida la aparición de Corrales. Su objetivo era que Eduardo le ayudara a investigar en su edificio, el mismo donde vivía Jimena. Su idea final era, incluso, tratar de entrar en el domicilio de la chica. La periodista no se dio por vencida. Aprovechó que una vecina salía del portal para entrar en el inmueble. En el cuarto piso llamó varias veces a la puerta de Eduardo. No hubo respuesta. Acercó su oreja a la madera para tratar de escuchar algún sonido al otro lado. No oyó nada. La chica abrió el bolso y sacó una llave. El fotógrafo se la había dejado una vez hace unos años cuando realizó un largo viaje. Se supone que entonces tenía que regarle las plantas pero ahora recordaba haber dado otros usos a aquel piso. El chirrido de las bisagras rompió el silencio. Eva adelantó su cabeza y miró a un lado y otro.
- ¿Eduardo?
Nadie le respondió. La casa parecía vacía. Entró en el salón y la puerta se cerró detrás de ella. La joven se asustó. Quería disimular pero aquella aparente calma la aturdía. Sentía como si, de pronto, fuera a estallar la tormenta. Había algunos platos en el fregadero. Dos moscas se alimentaban de restos de comida. Avanzó hacia el pasillo. No encontró nada en el dormitorio ni en el cuarto de baño. Atrás fue dejando alguna puerta cerrada. Al fondo, había una entreabierta. Era una habitación oscura.
- ¿Hay alguien ahí? – preguntó con voz temblorosa.
Empujó con cuidado la puerta. La penumbra le impedía ver nada. Alargó la mano en busca del interruptor. Cuando lo pulsó, quedaron ante ella las cientos de fotografías que Eduardo había hecho de la joven apuñalada. En el suelo de madera había escrito un mensaje: Jimena, te quiero. La periodista se llevó la mano a la boca horrorizada cuando escuchó un ruido a sus espaldas. Al girarse, Eduardo le aguardaba blandiendo un cuchillo con la mirada perdida.
- ¡Eduardo! ¡Fuiste tú!…

10 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo no sé qué me da más miedo, si que me mate Eduardo o que Román desvele todo mi pasado...

Anónimo dijo...

ymira... yo tendría la mejor foto y además a mí chulerías las mínimas... al carajo la voz (uy la verdad) y el subdirector... ahí queda eso...

Anónimo dijo...

Me parece muy bien que la historia siga y cobre fuerza. Ya he aceptado que mi personaje además de ser invisible sea plano, que me roben el novio en la ficción, pero que me den una exclusiva falsa no me ha sentado nada bien. El responsable ya sabe quien es.

Anónimo dijo...

Por una vez en mi vida voy a ser "la Autoridad" (con el permiso de Raquel Boy). Ahora sólo espero que mi personaje no muera en un desgraciado accidente cuando me vaya a Huelva...

Anónimo dijo...

Esto se pone cada vez más interesante. Necesito saber si Román va a hundir a Eva o si se la va a cargar antes Eduardo.
Qué Fuerrrrrte!!!

Por otra parte... estoy convencida de que puedo conseguir esa entrevista con el asesino. Seguro que lo conozco del Zenobio o algun otro bareto de los que el estrés me obliga a frecuentar!!!


LA CHAFLERS

Anónimo dijo...

No haceros ilusiones. El cuchillo que Eduardo tiene en la mano es porque estaba cortando choperpok de lata (esa profesión no da pa jamón) porque estaba muerto de hambre con la resaca.

Atentamente... El Marqués.

Anónimo dijo...

Eduardo parece que está más bien grillaete, pero seguro que las fotos de Jimena son la caña.

Pedro, no tardes en escribr el próximo capítulo!

Jorge Zapata dijo...

Estoy hasta los cojones del Corrales,de verdad, pido un poco de compasión, Pedro me encanta como das en el perfil con todos,, pero por favor deja a mi pare en paz!!

Y Roman eso de que tendrías la mejor foto ya lo veriamos!!:-)

Carmen Álvarez dijo...

Q fuerte, q fuerte! Llevaba varios días sin mirar la page y me he encontrado dos novedades! el tercer capítulo guay...voy a por el cuarto corriendo.... me pega a mí eso de estar enamorada de la autoridad...jejejeje, pero que pava soy...jejejejejejejej

CHIQUI ESTEBAN dijo...

Que gran periódico La Verdad... Apuesta clara por la infografía y pretende publicar fotos sórdidas de Eva. Ese nuevo periodismo mezcla de The New York Times y la Cuore va a arrasar en el kiosco...